dimecres, 8 de juny del 2016

Comentario "Si hija de mi amor la muerte fuese"

COMENTARIO DE TEXTO "SI HIJA DE MI AMOR LA MUERTE FUESE" POR FRANCISCO DE QUEVEDO

         Si hija de mi amor mi muerte fuese,             
       ¡qué parto tan dichoso que sería                 
           el de mi amor contra la vida mía!                
 ¡Qué gloria, que el morir de amar naciese!  
                        Llevara yo en el alma adonde fuese                        
 el fuego en que me abraso, y guardaría
 su llama fiel con la ceniza fría
 en el mismo sepulcro en que durmiese.
 De esotra parte de la muerta dura
                         vivirán en mi sombra mis cuidados,                         
 más allá del Lethe mi memoria.
 Triunfará del olvido tu hermosura;
 mi pura fe y ardiente,de los hados;
y el no ser, por amar, será mi gloria.
Comentario:
El autor, Francisco de Quevedo, al que he presentado en el comentario del poema anterior: “Amor constante más allá de la muerte”, perteneció al Siglo de Oro, al siglo XVII, al periodo barroco como he comentado y vamos a seguir comprobando en este nuevo poema. Sus estudios demuestran su interés por el conocimiento y su obsesión por conocer al ser humano, de hecho en los dos poemas vemos su necesidad de profundizar en su concepto del amor. Fue un gran humanista. Quevedo crea y practica el Conceptismo, del que fue su máximo representante y el Culteranismo que comparte con Góngora. Veamos cómo lo utiliza en este segundo poema.  
“Si hija de mi amor la muerte fuese” es otro soneto que pertenece también a la lírica amorosa de Francisco de Quevedo. Este soneto habla de nuevo de la victoria del amor ante la muerte y también de la conservación de la memoria de ese amor, como hemos visto en el poema anterior, no sucede así en otros donde el amor es inalcanzable. En este poema parece que la intención del autor es demostrar que el sentimiento amoroso puede vencer a la muerte y con ello superar la angustia vital en la que vive el poeta.
El soneto empieza con un verso en condicional “Si hija de mi amor la muerte fuese…”, dice que si la muerte fuese hija, fruto, consecuencia de su amor, “¡qué parto…!”, que nacimiento, “tan dichoso”, tan bonito, tan deseado sería. Y exclama “¡Qué gloria, que el morir de amar naciese!”, que lujo, que suerte, que esta, la muerte, pudiera nacer del amor. En el segundo cuarteto asegura que él, el poeta, conservaría “el fuego en que me abraso”, figura petrarquista del amor, y lo llevaría con él al sepulcro, junto a los restos del cuerpo y la ceniza, “guardaría su llama fiel”. Se produce un juego de palabras entre morir y amar que muestran el espíritu  contradictorio del Barroco.
El primer terceto nos dice que después de la muerte, seguirán sus cuidados y conservará su memoria: “y más allá del Lete mi memoria”, como defiende en “Amor constante más allá de la muerte”, ya que una de las consecuencias de beber agua del ese río era perder la memoria, entrar en el olvido, pero él supera esa condición. Finalmente en la última estrofa afirma que seguirá triunfando la hermosura de la amada, y añade que el simple hecho de morir de no ser, no existir, por amor, “será mi gloria”. El amor ha quedado impreso en el alma y dura  después de las cenizas. Otro juego de palabras y una paradoja típica conceptista: el no ser, será, es decir, el amor hará que el no ser (la muerte) del poeta llegue a ser su gloria.
Este poema es un soneto, por lo tanto, y como hemos ido viendo se divide en dos cuartetos y dos tercetos, formando un total de catorce versos endecasílabos, de rima consonante, 11A/11B/11B/11A 11A/11B/11B/11A 11C/11D/11E 11C/11D/11E. Como acabo de explicar en el párrafo anterior en los dos primeros cuartetos expresa su deseo de que el amor perdure y en los tercetos la necesidad de que la memoria persista y triunfe la belleza del amor respecto al olvido.
Respecto a la forma y a las figuras retóricas utilizadas por el poeta, nos encontramos con dos contundentes exclamaciones en el primer cuarteto: “¡qué parto tan dichoso que sería/ el de mi amor contra la vida mía! y ¡Qué gloria, que el morir de amar naciese!”, ambas exclamaciones expresan de manera hiperbólica dos ideas muy deseadas expresadas en un tono exagerado, y las dos son dos fuertes personificaciones. Otras figuras retóricas son la antítesis en el verso cuarto, “¡Qué gloria, que el morir de amar naciese!”, junta dos ideas opuesta, dos conceptos totalmente diferentes, el nacimiento y la muerte; también hay antítesis en “y el no ser,…, será mi gloria”, la antítesis y los contrastes le gustan a Quevedo porque justifican el momento inestable y crítico de su época, también sus exageraciones o hipérboles, y en cierta medida el hipérbaton: “Si hija de mi amor mi muerte fuese”, “más allá del Lete mi memoria” y “y el no ser, por amar, será mi gloria”, desorden gramatical que refleja el desorden general.
Morfológicamente, encontramos sustantivos abstractos como amor, muerte, gloria, alma, fuego, sombra, memoria, olvido, hermosura, fe, hados (figura mitológica que ya hemos visto referida anteriormente, “y más allá del Lete mi memoria”), que por su abundancia podemos pensar que el poema está reflexionando sobre todos ellos y relacionados entre sí. Los verbos expresados en subjuntivo (fuese, naciese, llevara, fuese y durmiese) en los dos primeros cuartetos expresan el deseo de esa primera oración condicional: “Si hija de mi amor…” que se resuelve en los dos tercetos con verbos en futuro (vivirán, triunfará y será). Vale la pena destacar el uso de dos determinantes unidos en uno solo: “esotra” que aparece como una de las formas menos evolucionadas del lenguaje del autor.
El léxico como se ha dicho antes destaca por los sustantivos abstractos y algunos de ellos simbólicos comentados anteriormente. El simbolismo sigue rodeando la idea de la muerte y la pervivencia de la hermosura y del amor después de la muerte, conservada gracias a la memoria.
El estilo conceptista de Quevedo  nos expresa unas reflexiones profundas sobre el amor con cierta influencia neoplatónica. Identifica el amor con la llama de fuego que quema y transforma al enamorado, esta idea la adquiere de la poesía petrarquista y la vemos en el segundo cuarteto; aunque Quevedo exagera “me abraso” como se ha dicho antes, pero la lleva al extremo, a la hipérbole absoluta “guardaría/ su llama fiel con la ceniza fría/ en el mismo sepulcro en que durmiese” no me imagino a Petrarca, ni a Garcilaso, expresando su pasión en esos términos, tan oscuros y tétricos por otra parte, contradictorios y pesimistas al pensar siempre en la muerte. En Quevedo triunfan el artificio, la intensificación, la tendencia a los extremos, lo extravagante,… con el objetivo de provocar admiración o de provocar simplemente, ejercicio que llevó a cabo el poeta a lo largo de su vida con amigos y contra enemigos y que le proporcionó, como se ha dicho en la introducción, bastantes días de cárcel y no pocos de sufrimiento. Como se ha dicho al hablar del significado del poema, el último verso hace referencia a esa estilo conceptista, juegos de palabras, paradojas y contradicciones: “el no ser, será”, es decir, el amor hará que el no ser (la muerte) sea su gloria. Es, quizás, uno de los momentos más significativos de ese estilo conceptual en este poema.
Culteranismo y conceptismo son los dos estilos que consiguen esta renovación, uno en la forma y otro, en el contenido. Belleza formal y ornamental y búsqueda de significados nuevos y profundos. Esa búsqueda de la verdad y esas extravagancias conceptuales fueron admiradas e imitadas por muchos poetas posteriores.
Comentario por: Don A.T.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada